A mediados de los 50, surgía en Nueva York un quinteto de músicos de jazz que funcionaban en régimen de cooperativa. Eran los
Jazz Messengers, en aquel entonces con
Art Blakey y
Horace Silver como
frontmen. El “mensaje” era claro y rabioso: si los músicos blancos de la costa oeste se están llenando los bolsillos con su jazz cool y depurado -elegante manufactura idónea para el cine y la televisión- nosotros reivindicamos aquello que no tiene precio, que no es codificable, y que muchos no saben interpretar: nuestra raíz. El blues, el
gospel, el
groove. Aquello que a veces suena rudo, primario, y que radica en el alma.
Empezaba la era del
hardbop, y si hay un sello discográfico que podamos asociarle, éste es
Blue Note: Una aventura empresarial iniciada en el año 1939 por dos emigrantes judíos alemanes,
Francis Wolf y
Alfred Lion, rabiosamente independiente y con criterios muy distintos de los de las
majors : Desde su mirada “europea”,
Blue Note se atrevió a apoyar a artistas emergentes de piel negra y siempre antepuso integridad artística a lucro comercial.
Con la llegada de los años 60 también llegaron los ritmos del
boogaloo y de la
bossa nova, y, en una feliz hibridación con el
blues y el
hardbop, surgía el
soul-jazz, de la mano de artistas como
Cannonball Adderley, Duke Pearson o
Lee Morgan. Después de veinte años, el jazz volvía a ser bailable, y su hábitat natural volvía a ser el club. Y
Blue Note había pasado de ser una utopia romántica a un próspero negocio.
Esta corriente estética que en aquel periodo se perfiló tan claramente en contraposición al
cool y al
west coast ha estado siempre latente a lo largo de toda la historia del jazz. Llámese
swing, llámese
soul o
funky, o llámese
groove, que es como se tiende a denominar en nuestros días. Jazz que camina, la antifonía del blues y el gospel, el
backbeat de la bateria que empuja con una energia constante, como una máquina de vapor, la melodía visceral...
El proyecto que presenta
Francesc Capella, en el formato canónico de quinteto con saxo tenor y trompeta, recrea el sonido del
hardbop clásico de los años de los
Jazz Messengers, de
Cannonball Adderley, de
Horace Silver... pero también toma referencias más actuales, como las de
Eric Alexander o
Jim Rotondi. El repertorio combina composiciones originales de
Francesc Capella con la re-lectura de grandes clásicos.
Sonido potente,
groovy, siempre con la raíz implícita del
blues, y una formación que combina personajes de reconocida trayectoria (
Simon, Capella, Ferrer) con “jóvenes leones” (
Macián, Terol)